Visitar Paradores es una afición que mantenemos con mi pareja desde hace tiempo. Eso de alojarte en un antiguo castillo, convento o en algún lugar espectacular siempre nos ha cautivado. Y si disponemos de la oportunidad de realizar una escapada a alguno, no lo dudamos. Han caído ya noches en La Gomera, La Palma, Artíes, Tortosa, Alcañiz, Aiguablava, Gijon... Y esta vez le tocaba al Parador de Vic-Sau, dado que la oferta que nos ofrecían no nos permitía ir al de Cardona, que nos apetecía mucho poder visitar algún día, pero ir al paraje del Parc Natural de les Guilleries nos parecía atractivo.

A nuestra llegada, por la tarde-noche, decidimos no deshacer el camino para ir a cenar algo, y nos quedamos en el mismo Parador. Con la idea de tener una cena sencilla pero buena, nos decantamos por un plato único más postre (para no irnos a "reventar" a dormir). El servicio estuvo muy atento con nuestra niñas y con nosotros. Pero pasemos a la comida: De la carne que yo pedí (un surtido de carnes ibéricas: secreto, presa y solomillo), únicamente una de las piezas estaba correctamente preparada, jugosa y sabrosa (lo que se espera de una de las mágicas partes del cerdo), el resto duras, resecas, ... aquella carne que se hace una bola como te descuides. Los postres fueron de lo mejor de la cena, así que el sabor de boca no quedó amargo en su totalidad por ellos. Pero esto era el preludio de lo que nos esperaba en el desayuno.


Así que nuestra recomendación es la siguiente: el Parador de Vic-Sau es un excelente sitio donde alojarse, disfrutar del paisaje, de su piscina en verano, de las excursiones que se pueden realizar desde allí (al monasterio de Sant Pere de Casserres, al embarcadero del pantano de Sau, a la represa, ...). Pero únicamente por las pernoctaciones: desayunos, comidas y cenas mejor hacerlas fuera, especialmente las comidas y cenas en el Fussimanya.